En algún momento de nuestras vidas tendemos a escuchar la frase, «Ella/Él ha cambiado muchísimo, ya no es la misma persona de antes». Y no, ya no es la misma persona de antes, a través de esta frase comienzan a tomar la acción de juzgarnos por nuestros cambios. Quiero que tengas bien claro que cambiar es válido y está bien.
Cada segundo nuestros pensamientos cambian, cada día evolucionamos y cada año no somos la misma persona que los demás están acostumbrados a ver.
Si nos cuestionamos internamente, ¿Por qué cambiamos? ¿Qué nos hace cambiar? La probabilidad de juzgar a los demás seria mínima.
Te cuento, las experiencias que atravesamos cada día son piezas del rompecabezas que llamamos lección de vida. Las lecciones nos regalan un cambio de pensamiento, una evolución interna y externa, nos regala una nueva manera de ver la vida desde la perspectiva de un niño con ansias de aprender y crecer.
Cambiar no es inválido, al contrario, tienes mucho que ganar. Pero negarse al cambio no es la solución, porque estaríamos atrayendo estancamientos, sentimientos y lecciones repetitivas. Por eso quiero que te des el permiso de cambiar, de aprender y fluir con el cambio. No te sientas culpable de ser cada día una persona diferente, porque la vida es evolutiva, no es estacionaria.
Si te dicen, «que mucho has cambiado», regálale esta respuesta, «sí, las experiencias de la vida me han ayudado a cambiar, aprender, a conocerme y a ser cada día una mejor persona».
#NosTenemos
SANANDO CON LETRAS 